Gaona, Palacios y Rozados Abogados

Charlas con nadie

 Manuel Camas Jimena socio director de Gaona Abogados BMyV, a través de su habitual diálogo titulado Charlas con nadie, reflexiona para EL OBSERVADOR www.revistaelobservador.com

sobre los 40 años que cumple la Constitución española. Hace un recorrido personal e histórico por algunos momentos de estas cuatro décadas, recordando episodios que a los que los vivieron siempre emocionarán.

La transición: 40 años

COMO
 estás, ¿ya inmerso en Navidades?

-SÍ, ya en estas fechas el ambiente, las comidas, compras, por eso también estos paseos, que ayudan a no perderse entre tantos almuerzos.

SON tiempos también de recuerdos familiares, de nostalgias de la infancia, y este año se han unido al 40 aniversario de la Constitución, que también está cargada de experiencias memorables.

-SÍ, es verdad, qué rápido y que profundos los cambios vividos. Comento con mis hijos lo cercano que está todo, aunque ellos lo perciben como si fuera parte del libro de historia, pero qué próximo está.

YO también lo comento, entre la guerra civil y la transición había transcurrido menos tiempo que entre la constitución y el momento actual. Los españoles que protagonizaron el paso de la dictadura a la democracia, votando en las primeras elecciones, en las municipales, en las que fueron constituyentes, en el referéndum para aprobar la Constitución, tenían la guerra civil y la larga y tremenda posguerra, más cerca de lo que nosotros tenemos ahora la muerte del dictador y la transición política.

-ESO es interesante, ciertamente la guerra civil acabó en el 39, los años cuarenta debieron ser terribles, por la represión, las penurias, con una Guerra Mundial a nuestro alrededor además.

LA gente que tenía 50 años cuando muere Franco, eran los de 20 en el año 45, vivieron el final de la guerra civil con 14 años, obviamente esos recuerdos los tenían vivos y los sentirían recientes.

-SIEMPRE he defendido que el miedo fue uno de los principales artífices de nuestra modélica transición de la dictadura a la democracia, había un miedo enorme a que pudiera surgir nuevamente la violencia, la represión, la guerra.

EL miedo, unido a tener un modelo que imitar, anhelado, el del resto de Europa, saber que era posible vivir en libertad y con mayor bienestar, fueron dos de sus motores.

YO tenía 11 años cuando murió Franco, mis recuerdos de aquellos años siguen vivos. La enorme preocupación respecto de qué ocurriría a partir de ese momento, expresada con sigilo, como si no hubiera derecho, porque no lo había, a hablar de política. Realmente la política era una gran desconocida, en mi casa aparecieron libros titulados: Qué es la democracia, qué es el socialismo, el comunismo, la socialdemocracia, qué es la democracia cristiana, qué es el liberalismo. Los leía con avidez, aunque no entendía nada, pero creo que nadie realmente entendía nada, aunque todo el mundo iba colocándose según sus intuiciones de justicia, de solidaridad, según sus miedos y sus ilusiones.

-ERAN épocas de oír ‘el parte’, en las que aún se utilizaba el ‘cuidado, las paredes oyen’, la terna al Rey para que eligiese quién era el presidente del Gobierno, la extrañeza del vecino que más parecía entender de política al ser nombrado Suárez, desconfianza, rodeada a la vez de esperanza. En el colegio un profesor, religioso, fascista, nos obligaba a cantar el Cara al Sol y represaliaba al que no lo hacía, épocas de formar en filas para subir a clase, ni una niña en el colegio, el último mensaje de Franco colgado en las paredes de los pasillos, al lado, el primer mensaje del Rey.

LAS elecciones municipales, las constituyentes, pero el hito verdadero de aquel tiempo fue la Constitución, ese librito que llegaba a casa, con resúmenes en el margen, y que tanto agradaba leer. Aunque parecía increíble, se fue aceptando por unos y otros con naturalidad. La igualdad, el estado social, los sindicatos, los partidos, las comunidades autónomas, una Corona sin poder ejecutivo, el congreso, las elecciones, la educación, el trabajo, el poder judicial, la libertad de expresión, el fin de la censura de la prensa, de la radio, la televisión, los libros, hoy todo es normal, pero entonces todo era nuevo.

Y en el 81 el golpe de estado, con Tejero avergonzando a todo el país, la vergüenza de que se vieran esas imágenes en todo el mundo, y el miedo de aquella tarde noche. Un miedo palpable, inolvidable.

-MIS recuerdos de ese día, tenía ya 17 años, son efectivamente, como para todos, imborrables. Merendaba como muchas tardes en casa de mis abuelos, paraba en ella camino de la Escuela de Idiomas. Mi abuelo tenía siempre puesta la radio y se oía la llamada a votar, en la investidura de Calvo Sotelo, cuando oímos incrédulos lo que parecían disparos, la verdad es que pensamos en un atentado etarra, tan presentes en aquella época. No obstante me fui para la Escuela de Idiomas. Subido en las escaleras del centro estaba el director, que suspendió de esa forma las clases, diciendo que se había producido un golpe de estado. Coincidí a la salida con un amigo del colegio al que venía su hermano a recogerlo. El hermano tendría 20 años, estaba del todo eufórico, muy alterado, pertenecía a Fuerza Nueva, la ultraderecha de aquel momento y, abiertamente, nos dijo que, si todo estaba bien organizado, esa noche se echaban a la calle con la pistola. Ni me atreví a contarlo al llegar a casa, nos pegamos a la televisión, solo existía televisión española, y solamente cuando vimos el discurso del Rey, el ambiente se relajó.

LOS días siguientes estuvieron llenos de comentarios sobre cómo algunos conocidos se habían escondido o se plantearon huir, la gente entendía que se escondiesen o huyesen, pero se asentaba un generalizado y abrumador alivio y ansias de seguir adelante con la libertad.

ALGO más de un año después ganaba el PSOE de Felipe González por abrumadora mayoría, el referéndum para permanecer en la OTAN, la entrada en la Comunidad Económica Europea, la reconversión industrial, autonomía de la Universidad, la dignidad de las pensiones, los hospitales, los colegios, las infraestructuras.

LA descentralización política acercaba la toma de decisiones, el cambio llegaba a todas partes, no del centro a las provincias, el mundo rural cambiaba de la pobreza extrema a una situación digna.

LA situación del campo era cruel en los años 70, yo pasaba en la Axarquía los veranos, hasta que tuve 8 años, maravillosos veranos de 4 meses, pero las casas de mis amigos, los que vivían allí, carecían de cuartos de baño y cocina, el mínimo aseo era en la calle, en el campo. No había cerca institutos, ni centros de salud, ni comunicaciones, ni supermercados, no había nada; cuando se preguntan por qué el mundo rural andaluz vota siempre a la izquierda, para mí es muy fácil entenderlo.

-TODO ha cambiado tanto, tanto, todo ha mejorado tantísimo. Los impuestos progresivos, sí, pero junto a ellos, universidades cercanas y accesibles, colegios, hospitales, sanidad universal, medicinas, pensiones, comunicaciones, infraestructuras, nivel de vida, viajes, divorcio, tolerancia, libertad.

TAMBIÉN fuimos descubriendo que la democracia no es perfecta, que puede haber malos gestores, que también hay corrupción, y que, aunque no sea comparable a la enorme corrupción de una dictadura, es mucho más dolorosa.

-HEMOS vivido 40 años de libertad, de cambio profundísimo en nuestro bienestar, en nuestras posibilidades, y la verdad, los que vemos a diario lo importante que para la sociedad es el derecho, como garantía de seguridad y de paz, no podemos dejar de emocionarnos con la Constitución, celebrarla y homenajearla.

LO dejamos mejor aquí, antes de que juntos nos emocionemos de verdad, feliz Navidad, feliz Año Nuevo.

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